A Matilde Urrutia, por Pablo Neruda
Señora mía muy amada, gran padecimiento tuve al escribirte estos mal llamados sonetos y harto me dolieron y costaron, pero la alegría de ofrecértelos es mayor que una pradera. Al proponérmelo bien sabía que al costado de cada uno, por afición electiva y elegancia, los poetas de todo tiempo dispusieron rimas que sonaron como platería, cristal o cañonazo. Yo, con mucha humildad hice estos sonetos de madera, les di el sonido de esta opaca y pura substancia y así deben llegar a tus oidos. Tu y yo caminando por bosques y arenales, por lagos perdidos, por cenicientas latitudes, recogimos fragmentos de palo puro, de maderos sometidos al vaivén del agua y la intemperie. De tales suavizadísimos vestigios construí con hacha, cuchillo, cortaplumas, estas madererías de amor y edifiqué pequeñas casas de catorce tablas para que en ellas vivan tus ojos que adoro y canto. Así establecidas mis razones de amor te entrego esta centuria: sonetos de madera que sólo se levantaron porque tú les diste la vida.
Señora mía muy amada, gran padecimiento tuve al escribirte estos mal llamados sonetos y harto me dolieron y costaron, pero la alegría de ofrecértelos es mayor que una pradera. Al proponérmelo bien sabía que al costado de cada uno, por afición electiva y elegancia, los poetas de todo tiempo dispusieron rimas que sonaron como platería, cristal o cañonazo. Yo, con mucha humildad hice estos sonetos de madera, les di el sonido de esta opaca y pura substancia y así deben llegar a tus oidos. Tu y yo caminando por bosques y arenales, por lagos perdidos, por cenicientas latitudes, recogimos fragmentos de palo puro, de maderos sometidos al vaivén del agua y la intemperie. De tales suavizadísimos vestigios construí con hacha, cuchillo, cortaplumas, estas madererías de amor y edifiqué pequeñas casas de catorce tablas para que en ellas vivan tus ojos que adoro y canto. Así establecidas mis razones de amor te entrego esta centuria: sonetos de madera que sólo se levantaron porque tú les diste la vida.
Octubre de 1959
Cuando Pablo Neruda conoció a Matilde Urrutia, estaba casado con la argentina Delia del Carril. En Atlántida, un balneario cercano a Montevideo, existe la casa en la que se encontraban, hoy transformada en museo. El lugar de encuentro de los amantes, convertido en anagrama, ocupó un lugar en sus poemas:
"brilló tu boca bajo los pinares
de Datitla y arriba
silbaron, crepitaron
y cantaron extravagantes pájaros
bajo la luna de Montevideo...".
Matilde también estuvo presente en sus poemas desde el inicio de la relación, bajo el nombre "Rosario":
"...el viejo canto con tierra y amores
paz para mi mano derecha
que sólo quiere escribir Rosario..."
(Canto General).
Los restos de Pablo y Matilde yacen en Isla Negra, un lugar de peregrinaje para los poetas de todo el mundo.
2 comentarios:
Laurita, buenos días... muy interesante estos datos acerca de la vida y amoríos de Pablo Neruda y Matilde... en verdad me ha gustado los poemas de Neruda pero no sabía estos detalles.... Ya antes te he dicho cual es el soneto o trazozs que mas me encanta... Aquí te lo dejo Lauri.
Soneto -XCIII-
Si alguna vez tu pecho se detiene,
si algo deja de andar ardiendo por tus venas,
si tu voz en tu boca se van sin ser palabra,
si tus manos se olvidan de volar y se duermen,
Matilde, amor, deja tus labios entreabiertos
porque ese último beso debe durar conmigo,
debe quedar inmobil para siempre en tu boca
para que así también me acompañe en mi muerte.
Me moriré besando tu loca boca fría,
abrazando el racimo perdido de tu cuerpo,
y buscando la luz de tus ojos cerrados.
Ya así cuando la tierra reciba nuestro abrazo
iremos confundidos en una sola muerte
a vivir para siempre la eternidad de un beso.
Pablo Neruda
hola Cerlitos: Los versos que me mandate están en una canción, que no puedo acordarme quien la canta. Hermosos versos. Vos te acordas quien la canta?. Un abrazo
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