domingo, 25 de julio de 2010

Calle Caminito, Barrio de la Boca, Buenos Aires, Argentina.

Cubierta por pinturas y esculturas, la calle Caminito es uno de los paseos favoritos de turistas y porteños. Está rodeada de casas típicas de La Boca, con paredes de chapa pintadas de distintos colores.

Su trazado sinuoso se debe a que sigue el cauce de un arroyo que fluyó hasta principios del siglo XX. La zona era conocido popularmente como "Puntin" (diminutivo de "puente" en dialecto genovés).
Hasta 1920, por la calle pasaba el tren que iba hasta las afueras de la ciudad de La Plata, al sur de Buenos Aires.

En la década de 1950, un vecino decidió limpiar y recuperar el terreno. Convocó en su ayuda al pintor boquense Benito Quinquela Martín, quien bautizó la calle de 100 metros como "Caminito" por el famoso tango de 1926 de Gabino Coria Peñalosa y Juan de Dios Filiberto (la letra del tango se refiere a un camino en la provincia de la Rioja).
Al paseo se fueron sumando obras de artistas como Luis Perlotti, Roberto Capurro, Juan Leone, Ricardo Sánchez y Julio Vergottini, hasta que en 1959 Caminito fue oficialmente inaugurado como museo a cielo abierto.

Calle museo

Su trayecto sinuoso se debe a que originariamente fluía por allí un arroyo que desaguaba en el Riachuelo, y que debía cruzarse por un pequeño puente, debido a lo cual esa zona del barrio era referida como Puntin, que quiere decir precisamente, "puente pequeño" en dialecto genovés o xeneize. En el año 1866 la empresa Ferrocarril Buenos Aires a Ensenada construyó un ramal de cargas entre la Estación General Brown y la Estación Muelles de la Boca, junto al Riachuelo. En 1898 la empresa Ferrocarril del Sud compró la anterior, clausurando el servicio en 1928. Posteriormente la vía se convirtió en un sendero natural, conocido en el barrio como "La Curva", que fue deteriorándose como basurero.[2]
En 1950 un grupo de vecinos, entre los que se encontraba el conocido pintor boquense Benito Quinquela Martín, decidieron recuperar el lugar. En 1959, a iniciativa de Quinquela Martín, el gobierno municipal construyó allí una calle museo, con el nombre que le había puesto el tango, "Caminito":[3]
Un buen día se me ocurrió convertir ese potrero en una calle alegre. Logré que fueran pintadas con colores todas las casas de material o de madera y cinc que lindan por sus fondos con ese estrecho caminito (...)Y el viejo potrero, fue una alegre y hermosa calle, con el nombre de la hermosa canción y en ella se instaló un verdadero Museo de Arte, en el que se pueden admirar las obras de afamados artistas, donadas por sus autores generosamente.
Benito Quinquela Martín


Las casas de madera y chapa que tienen su frente al Caminito, responden al estilo del tradicional conventillo boquense, un tipo de vivienda popular precaria que caracterizó al barrio desde sus orígenes a fines del siglo XIX, como centro de residencia de inmigrantes genoveses. Debido a su valor cultural, las mismas están subsidiadas por el Estado, lo que permite garantizar un mantenimiento que los escasos recursos de los moradores del barrio no podrían realizar. Se encuentran pintadas de colores brillantes, una costumbre barrial que difundió el destacado pintor boquense Benito Quinquela Martín. En las calles adyacentes, pueden recorrerse los conventillos tradicionales de la Boca, construidos de chapas de metal acanaladas, montadas muchas veces sobre pilotes o cimientos altos debido a las frecuentes inundaciones, y pintadas con colores brillantes, tal como se encuentran mantenidos por sus habitantes.
Fotos: Antonella Pelizzari

domingo, 18 de julio de 2010

Zamba Para Olvidar-Daniel Toro

Para un amor




No se para que volviste
Si yo empezaba a olvidar
Nose si ya lo sabras
Llore cuando vos te fuiste
Nose para que volviste
Que mal me hace recordar.
La tarde se ha puesto triste
Y yo prefiero callar
Para que vamos a hablar
De cosas que ya no existen
No se para que volviste
Ya ves que es mejor no hablar
Que pena me da saber que al final
De ese amor ya no queda nada
Solo una pobre cancion
Da vueltas por mi guitarra
Y hace rato que te extraña
Mi zamba para olvidar.
Mi zamba vivio con migo
Parte de mi soledad.
Nose si ya lo sabras...
Mi vida se fue con tigo
Que mal me hace recordar
Mis manos ya son de barro
Tanto apretar al dolor
Y ahora que me falta el sol
No se que venis buscando.
Llorando mi amor llorando
Tambien olvidame vos.

jueves, 8 de julio de 2010

BAJO EL REINO DE UNOS OJOS


El tiempo ha corrido velozmente sin avergonzarse.
Soy como una simple hoja  que vuela y cae  masacrada
en el lodo   ultraje de todos los inviernos.
Fui árbol frondoso   casi imbatible   sin temor a rocas
                         ni serpientes. Pude cavar  hacia lo hondo la raíz
más  profunda   convencer multitudes   enormes bostezos
solitarios  y percibir los latidos de sedientas corolas.
Fui aquello  y esto y mucho más    furia    inmersa
en concha desafiante   transgresora   y  en este minuto
corrido  el tiempo    la espina ponzoñosa duele.
Todo es memoria    leyenda   mito  prendido a mis honduras
y esta ceiba  que contemplo  disipada a mis lados   gime    
cuando de polvo se hacen los almendros.
¿Y me pregunto?  Si fui árbol  ¿ por qué una hoja masacrada
en el lodo?  Si cavé en lo profundo   ¿por qué tan fácil la raíz
salta a sólo un puño? ¡No es posible!  Mis ojos  me anuncian
otros ojos   mis manos se retuercen  ante un adiós detenido.
Hay que seguir cavando hondo    hay que agrandar de ardores
las cosechas   hay que morder el trigo azul  para que sane.
Hay que encontrar un nuevo Sol y un día sin destierro.
Es necesario armar de luces  este rompecabezas  de lunas.  

Juanita Conejero

viernes, 2 de julio de 2010

Carta de Pablo Neruda

A Matilde Urrutia, por Pablo Neruda

Señora mía muy amada, gran padecimiento tuve al escribirte estos mal llamados sonetos y harto me dolieron y costaron, pero la alegría de ofrecértelos es mayor que una pradera. Al proponérmelo bien sabía que al costado de cada uno, por afición electiva y elegancia, los poetas de todo tiempo dispusieron rimas que sonaron como platería, cristal o cañonazo. Yo, con mucha humildad hice estos sonetos de madera, les di el sonido de esta opaca y pura substancia y así deben llegar a tus oidos. Tu y yo caminando por bosques y arenales, por lagos perdidos, por cenicientas latitudes, recogimos fragmentos de palo puro, de maderos sometidos al vaivén del agua y la intemperie. De tales suavizadísimos vestigios construí con hacha, cuchillo, cortaplumas, estas madererías de amor y edifiqué pequeñas casas de catorce tablas para que en ellas vivan tus ojos que adoro y canto. Así establecidas mis razones de amor te entrego esta centuria: sonetos de madera que sólo se levantaron porque tú les diste la vida.

Octubre de 1959


Cuando Pablo Neruda conoció a Matilde Urrutia, estaba casado con la argentina Delia del Carril. En Atlántida, un balneario cercano a Montevideo, existe la casa en la que se encontraban, hoy transformada en museo. El lugar de encuentro de los amantes, convertido en anagrama, ocupó un lugar en sus poemas:

"brilló tu boca bajo los pinares
de Datitla y arriba
silbaron, crepitaron
y cantaron extravagantes pájaros
bajo la luna de Montevideo...".

Matilde también estuvo presente en sus poemas desde el inicio de la relación, bajo el nombre "Rosario":

"...el viejo canto con tierra y amores
paz para mi mano derecha
que sólo quiere escribir Rosario..."
(Canto General).

Los restos de Pablo y Matilde yacen en Isla Negra, un lugar de peregrinaje para los poetas de todo el mundo.